Perfiles
- ArteComoCampoDeLucha
- 19 jun 2018
- 12 Min. de lectura
Actualizado: 6 jul 2018
SUYAY
Con su mate-cocido caliente servido en una taza gigante, corta con una pinza trozos de mosaico que saltan sobre la mesa de trabajo. Zulma Beatriz, es madre por deseo y decisión, de 1 una mujer y 2 varones, su taller es un espacio casi de relajación afirma “con dos trabajos, tres hijos y un marido que no colabora tanto como quisiera manejo el taller casi como un centro terapéutico”. Además de artesana, es maestra de primaria en una escuela pública ubicada en el barrio Meridiano V que, para su conveniencia, le queda a una cuadra de su casa “es imposible despertarla, le podes pasar un tractor al lado que no se despierta. Eso sí, cuando nos escucha pelear fuerte es la primera en asomarse” dijo su hija María. Tiene un pequeño comercio de ropa donde también, expone algunos de sus trabajos en mosaico. A principio de año traslado ese negocio al garaje de su casa, en consecuencia, por el aumento de alquiler donde estaba ubicado antes “Dejo de ser un buen negocio cuando empezó a aumentar la luz y el alquiler, la dueña siempre quería facturar de más. Ahora trato de recuperar lo que invertí para abrirlo acá y sostenerlo, bien o mal algo se vende” afirmo Zulma. Su centro terapéutico, como ella lo denomina, es colorido y se siente en el aire un aroma a incienso. En las paredes, se exponen una serie de trabajos realizados con distintas temáticas por ella misma rostros, mándalas y animales además que en algunos rincones del taller también se ven otros trabajos como tazas, fuentes, macetas, cajas, bandejas, y un montón de otros artículos coloridos y prolijos. Mientras intenta recoger su pelo castaño y enrulado, agarra un cigarro y sale al patio. En ese sector verde, hay otra especie de galería al aire libre: un par de cuadros en mosaico colgados, macetas decoradas, muchas plantas bien cuidadas “ a veces le habla a las plantas, yo pienso que le habla a alguno de nosotros y nada que ver” dijo entre risas Santiago su hijo de dieciséis años. Hay varias plantas puestas en ollas de cocina “esas plantas eran de mi mamá, todavía me cuesta no extrañarla”. Dijo Zulma. Después del fallecimiento de su madre, hace 8 años víctima de violencia de género “fue motivo suficiente para que mamá haga algo con sus manos “ contó María y agrego “fue un quiebre importante para toda la familia por parte de mi mamá, mi abuelo se fue a vivir lejos primero se fue por Villa Elisa y después se empezó a ir cada vez más lejos, alquilando por ahí. A mis primas las dejamos de ver y con mi tía nunca tuvimos buena relación y lo que nos pasó termino de quebrar todo tipo de relación”. En memoria a su madre, Zulma se inspiró para realizar muchos de sus trabajos. Uno de ellos es un rostro llamado “Suyay, significa esperanza en quechua” afirmo, y agrego que llego a exponer ese cuadro en el Museo Regional de Magdalena. Con sus vivencias de madre, esposa, trabajadora celebra sus 48 años con dolores y alegrías, y adelanto que su próximo proyecto tendrá que ver con el tema de actualidad; la despenalización del aborto, en apoyo al proyecto de ley. Contó que su hija, es activista feminista por causa de las experiencias que llevaron ambas en sus vidas, y que se sienten muy movilizadas por toda esta etapa.
Lamas María Eugenia

___________________________________________________________________________________________
Nada ni nadie terminará con mi pasión
Por Lorenzo Gravano, Federico
Amante del arte, multifacética y apasionada. Un retrato de la artista plástica que no descansó nunca, ni cuando la última dictadura militar proscribió su carrera de Pintura Mural ni mucho menos ahora, que es la revolucionaria del Arte y Muralismo en la Argentina.
Cristina Terzaghi, es la Vicedecana de la Facultad de Bellas Artes de la UNLP desde el año 2010 y la titular de la cátedra de Muralismo y Arte Público Monumental. Esta mujer de 66 años fue también la escenógrafa de los Redondos en los ´80 junto a su amigo el “Mono Cohen”. Cristina es Profesora y Licenciada en Pintura Mural y una de las máximas referentes en La Plata y en la Argentina de un arte silenciado en la Academia meses después del golpe militar del ´76. Su primer contacto con la actividad mural fue a los diecisiete años cuando entró a la facultad. Tenía un conocimiento mayormente de producción, venía de una escuela secundaria donde no había adquirido mucha información, pero si sentía la necesidad de que existiera un arte público. Maneja distintos tipos de técnicas, por lo general trabaja en forma colectiva, con gente, porque abordar un mural sola, es bastante complejo, sobre todo con la técnica del esgrafiado. Según Cristina, “Uno tiene que tener dos o tres personas de confianza, que para mí son como mis manos y mis ojos, que nos entendemos terriblemente. Otras personas tienen resoluciones técnicas perfectas, que quizás no pueden elaborar una mano o un ojo pero que pueden generar una superficie de texturas maravillosa o trabajar unas plantas maravillosas”. La primera obra que hizo fue en el primer año de la facultad, la cual desarrolló con compañeras que dos están muertas y la otra es actualmente ayudante suya en Bellas Artes, llamada Laura Melgar. Fue en la casa del niño en la calle 8 entre 42 y 43, el Instituto de Menores, en esa casa tuvo su primer contacto con el muro y con una realidad social muy fuerte. Este mural lo realizó entre 3 y 4 días con un despliegue enorme. Cristina necesitó un tiempo para retocarlo, lavarlo, picarlo y preparar todo el entorno. Ese día ella lo tiene muy presente, ya que la lluvia fue un gran protagonista del hecho. Preparó todo con techos de lona, nylon y chapa; porque aunque lloviera ella no se iba a detener. Terzaghi trataba de estar bien físicamente, de no enfermarse, de comer bien porque había que subir a los andamios y había un cuidado físico especial para poder explayarse sobre la pared durante días.
Ella es muy detallista con sus trabajos, por lo que su primer mural tuvo un largo proceso de realización con determinados tiempos como: la elección del tema, la distribución y selección de lugares importantes, la manera de organizar las figuras en el espacio, de forma que haya una sucesión simultánea de narraciones, así como la coexistencia de diversas temporalidades, la realización de esbozos y demás. La cuestión técnica, conllevó a establecer el presupuesto para los materiales, los andamios, la preparación de la pared, el alisado, fijador y finalmente el tallado del muro se efectivizó durante dos fines de semana. El clima incidió en los tiempos de secado por eso ese mural en especial se trabajó de a dos colores a la vez. Para su mantenimiento, debido al deterioro que sufre al exterior, el esgrafiado en cemento solo necesitó un hidrolavado final y la aplicación de una capa protectora de sellador incoloro al agua. “Este tratamiento se debe repetir de acuerdo a las necesidades de la superficie y al clima. Un lavado suave y otra capa de sellador lo mantienen por años sin necesidad de realizar otro tipo de tratamiento” afirma Laura, fiel compañera de Cristina en esos días de trabajo. “Ese mural representó mucho para mí vida, ya que fue el puntapié inicial en esta profesión. Aunque no creo que siga estando porque fue en el año 70, era exterior, pintura y yo me acuerdo más de los nenes que me pedían que los abrace que la pintura que hice” cuenta Cristina con emoción recordando ese momento.
Laura, asegura: “Cristina fue una persona muy relevante para el muralismo que hoy en día conocemos. Militamos juntas desde jóvenes y por gente muy oscura relacionada a la política en los años 70 tuvimos que silencias nuestras voces. En esa época veíamos al arte como un estilo de vida. Ahora ya desde otro cargo y perspectiva tuvimos que darle un giro importante en cambiar esa concepción y poner el foco en ver al muralismo como una técnica, para entenderlo como una manera de relacionar el arte con lo público, que salga a las calles y se manifiesta afuera, comprometido socialmente con su entorno”. -¿Por qué se demoró tanto, en plena democracia, la reapertura de la carrera de “Murales y Arte Monumental”? -“Se tienen que dar algunas coordenadas. Cinematografía era una carrera muy fuerte, donde había muchos militantes que luego los mataron, pero quedó un grupo de gente siguiendo esta cuestión en seminarios y talleres. De Mural mataron a casi todos, y no eran muchos por cierto. Tampoco los gobiernos posteriores de esta Facultad tenían la intención de reabrirla, y eso también es una postura ideológica”, afirmó Laura.
Terzaghi nombra al “Mono Cohen”, como uno de sus grandes referentes y compañero, junto a los maestros del muralismo mexicano Siqueiros, Orozco y Rivera. Esta vinculación entre arte y compromiso social estuvo siempre en el marco de sus expectativas, desde su ingreso a Bellas Artes en 1970, a los 17 años: “Elegí esta carrera porque tiene una proyección social increíble y, pensar que el arte podía llegar a todo el mundo me llamo mucho la atención. Cuando ingrese a la facultad se vivía un contexto político y social muy fuerte, y desde mi lugar sentía que tenia cosas para aportar a través del arte. En ese contexto, la dictadura tapo muchos murales de personajes muy distinguidos como Ricardo Carpani, por ejemplo y a través de lo acontecido me veía capaz de luchar contra ello”. “Con Cristina nos conocimos en la Facultad de Bellas Artes, trabajamos juntos dando clases como docentes de la cátedra Murales y Arte Monumental. Manteníamos una gran relación de afecto entre los dos y en un contexto dado en donde ella no podía expresarse mediante los muros yo le propuse que trabajase sobre la imagen de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota, en la cual yo cree y trabaje la parte grafica muchos años. El proceso se extendió y trabajamos 7 años juntos hasta que ella decidió emigrar por otras propuestas laborales”, expreso Ricardo Cohen, más conocido como “El Mono Cohen”.
Los primeros ecos del Cordobazo y los síntomas de decadencia de la dictadura militar del general Lanusse marcaban el contexto argentino de la época, y aquella Facultad de Bellas Artes no estaba ajena. “Viví esa época con mucha felicidad. Me casé, tuve un hijo, militaba, quería cambiar el mundo. Era una facultad muy movilizada en ese entonces; teníamos mucha relación con la gente de cine, teatro, danza, música. Convivíamos todos”. Una vez instaurado el golpe, la imposibilidad de solventar económicamente el exilio hizo que Terzaghi estuviera “un año sin poder salir y alejada de su pasión”. Otra gran referencia durante su juventud fue la “Revolución Cubana”, pero recién en 1996 pudo, al fin, visitar Cuba: “Fui a hacer un curso de restauración para restaurar mis propios murales, trabajé con alemanes, turcos y cubanos. Ahí fue cuando dije: esto es toda mi vida. A uno le gusta hacer de todo y hay un momento en el que hay que decidir”. Con sus maestros de México se encontró en 1999, donde trabajó con muralistas locales y pudo “conocer el pensamiento del mexicano actual respecto al muralismo, lo que ha pesado haber tenido unos padres tan poderosos y que, igual que en una familia, con padres tan fuertes los hijos permanecieron muchos años ocultos”. Según la Profesora y Licenciada Terzaghi: “El muralismo tiene una definición muy amplia, pero en pocas palabras es la resolución de un binomio, que es espacio y sociedad. Es decir, como resolver una imagen en relación a ese espacio físico y a la sociedad que la contiene”.
___________________________________________________________________________________________
El momento más duro
El fútbol
Cuando tenía siete años Lautaro ‘’zamarra” Leguizamon comenzó a ir a jugar al baby fútbol al club El Dorado, salía de su casa desde su casa en Luis Braile al 300 y caminaba unas 30 cuadras hasta el club. Un sábado, el sol alto en el cielo le pegaba de lleno a la canchita que levanta tanto polvo que secaba la nariz. El dorado se pierde un gol y en la siguiente jugada les empataron el partido. Los padres empiezan a presionar a los jugadores. Y ellos comienzan a pelear. Lautaro sale corriendo de la cancha y se para en un costado, y ahí uno de los pibes del equipo del barrio Santa Marta se pone a hablar con él se llama Fabián Cottone y tenía 10 años, él esperaba jugar con su categoría, la 94 y va al colegio xxx, el mismo al que va Lautaro.
Pasaron algunos meses de ese primer encuentro. Y un día en que las hojas caían de los árboles y el piso se llenaba de estas, en la casa de los Leguizamón llega una carta, una invitación. Desde Córdoba invitaban a Lautaro a jugar en la Liga Provincia de Córdoba. Consensuaron con la familia que eso era lo mejor y decidieron partir hacia allí. Los siguientes días, Fabián no fue a la escuela porque estaba enfermo. Y Lautaro no se pudo despedir de su amigo.
Lautaro volvió a Buenos Aires a los 12 años. En los primeros meses, busco a Fabián, quería contarle cómo es Córdoba, cómo le fue en esos años, pero no lo encontró. Pero un día cuando estaba usando Facebook en las sugerencias le apareció su amigo, Fabián. Él se había mudado, pero no tan lejos. Ahora vive en el barrio El Dorado cerca de donde estaba la cancha de baby.
Conflictos
Para la edad de los 14 y 17 años, Lautaro y Fabián caminaban por las calles del cruce Varela, Berazategui y Quilmes con cotidianidad. Los pibes que iban a jugar al baby ahora usan camisetas de basket que les quedan unos talles grandes, pantalones holgados y van con la idea de que las calles del conurbano son las de New York.
En estos días Lautaro empezó a ser instruido por Fabián para dar sus primeros pasos. Le enseñó las gamas de colores que debía usar, los trazos. Lautaro, tienen una gran admiración por él, por amigo, su maestro.
Un día en una fiesta Lautaro, queriendo parecer más grande de lo que era, toma un vaso cerveza la toma. Quizás en ese momento el gusto de la cerveza le pareció horrible, como a todos la primera vez que la prueban pero no se le escapaba una mueca de disgusto. Le convido a su amigo, pero Fabián a pesar de ser más grande le dijo no y le contó porqué. Fabián tiene una enfermedad del corazón y no puede tomar bebidas alcohólicas, ni tampoco fumar porque si su presión sube o baja de golpe puede llegar a ser un problema grave y lo fue.
Un día Lautaro estaba en su casa, haciendo bocetos, cuando unos amigos suyos golpean las manos afuera de su casa esperando que les abra la puerta. Lo invitaron a ir a pintar una pared a unas cuadras de su casa, pero no tenían pintura, hicieron una vaquita y fueron a comprar. Cuando llegan a la pinturería hablan con el vendedor, y le piden latas de pinturas en aerosol. Uno de los colores no estaba, el vendedor lo fue a buscar y Lautaro ve como uno de sus amigos se mete algunas latas de pintura de otro mostrados, él lo ve y su idea fue ayudarlo. Cuando el vendedor vuelve, ya no había nadie y las latas en el mostrador no estaban. Esa noche, Lautaro vuelven a su casa, con la remera manchada de pintura, esa remera era nueva y empieza a pelear con su hermana que al verlo se molestó mucho. -Sos un desastre no cuidas nada- le gritaba ella. -Sos re molesta nena, es una remera nada más- le contestó el.
Al rato golpea las manos Fabián, la hermana de Lautaro abre la puerta le da un beso para saludarlo y lo invita a pasar. Luego de una corto monólogo del día de Fabián quien había pintado junto a su equipo, al que llamaba La Crew. Lautaro le cuenta lo que había hecho en la pinturería. Fabian sin subir de tono, lo reta.
-No tenés que hacer esas cosas boludo, eso es de pendejo canchero!- le decía el.
Lautaro lo mira a los ojos,agacha la cabeza y cambia de tema.
El adiós que no pudo ser
Un martes a la tarde, Fabián con 21 años sintió un dolor en un fuerte dolor en el pecho. Su familia lo llevó al hospital en donde quedó internado. El jueves, mientras estaba en la camilla con jugando con el celular, le llega un mensaje. Lautaro, quería saber como estaba. Y el le conto lo que pasó.
-Me empezo a doler el pecho y vine al hospital me tienen en observación pero dicen que no me va a pasar nada- le contó él en un audio de Whatsapp.
- ¿De verdad me decis?. Mañana te voy a ir a visitar- Le prometió Lautaro
El sábado a la madrugada, lautaro se levanta muy temprano. A su habitación no le llegaba el aire acondicionado, y el bajo al comedor prendió el televisor y se quedó mirando videos de YouTube. Al rato, escucha que se abre la puerta, unas llaves caen sobre la mesa y una de las sillas es arrastrada. Al mirar para atrás ve a su hermana, poniendo apoyando la mochila en la silla.
-Lauti, te tengo que contar algo, pero prométeme que no te vas a poner mal- Le dijo ella.
-Dale decime. ¿Qué pasó?- Le preguntó.
-Lauti, Fabi falleció anoche- Le dijo ella con la voz quebrada.
-Dale boluda, no jodas con eso- Le respondió él, con el ceño fruncido.
-No te estoy mintiendo, de verdad te hablo- Le respondió ella.
De una zancada, lautaro ya estaba en la computadora que estaba pegada a la televisión. Su hermana quedó helada mirándolo. El abrió su cuenta de facebook busco el contacto de la madre de Fabián y le preguntó si lo que le dijo su hermana era verdad. Ella se lo confirmó y le informó sobre el velorio, que se hizo el domingo. Al siguiente día él asistió, tenia un short, una remera blanca que le quedaba un poco larga y se quedó todo el tiempo afuera del edificio, junto a La Crew, con quien hablo para hacerle un homenaje. El y Los miembros de La Crew, se conocieron ese día en la calle Yrigoyen donde hoy está al mural.
Cuando se juntaron para hacer el mural, parecía que los amigos de Fabian lo habían admitido a Lautaro en el grupo. El último detalle al mural de Fabián lo puso Lautaro, escribió R.I.P Fabián, y ese día fue la última vez que vió a la Crew.
Hoy cualquiera que presta un poco de atención, puede ver su la obra de Lautaro y La Crew muy cerca de la casa velatoria de la calle Yrigoyen.
Guillermo Martín López
Comments